El catedrático universitario, escritor, periodista y conferencista Carlos González Alonso brinda su punto de vista sobre los hechos acontecidos en la ciudad acerca del intento de linchamiento en Cancún de Alexei Makeev, en su columna de opinión “Y la vida sigue”.
Y la vida sigue: el linchamiento en Cancún
Por Carlos Gonzáles Alonso
Ya no resulta extraño para los ciudadanos de Cancún, del país mexicano y en realidad, del mundo entero, enterarnos o peor aún, ser testigos y acaso sufrir en carne propia, sucesos que cimbras, que sacuden nuestra realidad y nuestra vida cotidiana. Algunos de ellos son significativamente violentos y crudos, como es el caso del extranjero a quien, convocada a través de las redes sociales, una turba de varias docenas de ciudadanos cancunenses, decidió dar una lección por sus comentarios y actitudes ofensivos y recalcitrantes con respecto a una realidad innegable, que se vive día con día en cualquier calle, domicilio o municipio del país. El saldo: un muerto (de quien no se sabe si entró a robar al domicilio del atacado o simplemente fue herido de muerte por él, quien a su vez, quedó bañado en sangre por las pedradas y agresiones de la turba. Claro, todo esto sucedió antes de que llegaran las fuerzas del orden público.
¿Quién autorizó a los ciudadanos en convertirse en jueces y ejecutores de este nefasto extranjero?¿Dónde se encontraban las patrullas que llegaron cuando ya casi todo había terminado?
El caso es que hechos como éste, evidencian por un lado a una sociedad harta y muy nerviosa de que las cosas estén como están. Por otro lado a una corporación de seguridad altamente ineficiente y corrupta, y finalmente, a entes sociales cada vez más enfermos mentalmente.
Sin pretender que este comentario se vuelva de “página roja”, me parecen totalmente desagradables los videos y las fotos difundidas , no sólo de este hecho, sino de tantos otros que se exponen en estas mismas redes (maltrato familiar, maltrato animal, comentarios francamente groseros y peyorativos, ataques de todo tipo, etcétera), porque entonces confundimos, tristemente, que la vida cotidiana de todos y de cualquiera de nosotros no se compone nada más de todo lo negativo. Aplaudo a quienes, a través de las redes sociales, nos dan mensajes de esperanza, de fe en la humanidad, de tranquilidad y belleza, de humor sano y claro, también de denuncia, pero sin la sangre y la violencia cruda, porque de una manera u otra,es también promover la misma violencia.

Y porque, sobre todas las cosas que sucedan, la vida sigue y no nos queda más remedio que vivirla.